La primera calculadora la creó en 1642 Blaise Pascal con el objetivo de evitar a su padre, que era contable, del aburrido trabajo de sumar una y otra vez columnas de números. En 1645 fue bautizada por el nombre de Pascalina.
Desde entonces hasta ahora este maravilloso instrumento ha acompañado a grandes y pequeños, profesores y alumnos, físicos, ingenieros, etc. Nos ha ahorrado cantidad de tiempo echando cuentas y pone al alcance de nuestra mano la posibilidad de realizar cálculos complejos pulsando simplemente un par de teclas. Pero, ¿con esto es suficiente. A continuación vamos a ver una operación a priori sencilla para la que la calculadora no es capaz de darnos una respuesta, es decir, ¡vamos a dejar "sin palabras" a la calculadora!.